ULISES PÉREZ ÁLVAREZ
Hoy quiero rememorar y honrar con estas palabras sencillas a ese gran ser humano, cultor, músico y poeta popular revolucionario: El legendario “Tomás Montilla Araujo”, quien nació el 17 de marzo de 1941, en el pueblo Las Calderas de Barinitas. Teniendo su residencia luego en Altamira de Cáceres cuyas calles recorrió viviendo (según relato del mismo Tomás) “Una niñez, llena de alegría, de juegos, de quebradas, ríos, montañas, pájaros, libre como el viento, lleno de música, lleno de amor, de cariño, suelto, descalzo a veces, en alpargatas, sin conocer los carros, ni algo parecido”. A los 11 años tocaba Mandolina y a partir de 1952, estudió en el Seminario de Mérida, aprendiendo allí la ejecución instrumental del Cuatro y la Pianola; luego en sus años de mozo, renunció el camino del sacerdocio por el amor de una mujer.
Posteriormente, estudió el Bachillerato en Ciencias en Caracas donde tuvo contacto con el arte, participando en diversas actividades culturales, especialmente con la música, el canto y la poesía. En sus andanzas juveniles, conoció se hizo amigo y camarada de Noel Ávila, “El Rojo”, y del Comandante Zamora, “El Camarita”, con quienes militaba en una célula clandestina de PCV. Después, participó en la fundación del Liceo “Cándido Antonio Mesa” de Barinas y al poco tiempo fue expulsado por manifestar contra las injusticias del Gobernador de Barinas, siendo expulsado de esa entidad. En 1968, se residenció en Guanare, fundando allí el Orfeón “José Joaquín Burgos” (uno de sus grandes amigos) con el cual giró por varias ciudades del país. Paralelamente, se va hermanando con el cuatro, considerado por él “la representación de un venezolano” y llegando a tener un concepto sublime y profundo de este hermoso y sonoro instrumento musical. Al respecto expresó: “En cada casa hay un cuatro.
Los niños lo tocan, también lo rompen, no sólo ellos, igual los adultos, pues el Cuatro canta, da serenatas, enamora, trabaja y conquista mujeres. El cuatro llena un espacio importante en la vida de cualquier venezolano. Cuando se está fuera de la patria se tiene un cuatro y con él lloramos y recordamos”. Con el cuatro le dio la vuelta a medio mundo, recorriendo varios países de América y Europa, proyectando la música venezolana y latinoamericana, haciendo gala de su amplia cultura, jocosidad y su famosa pieza del “Flamenco al joropo” (entre tantas otras), así como de su poesía y de la canción infantil “El moco” (popularizada por él). A Tomás lo conocimos en medio del fragor de la lucha estudiantil en el IUTEP (Instituto Universitario de Tecnología del Edo. Portuguesa) en Acarigua, en un acto homenaje al cantor del pueblo venezolano “Alí Primera” (su gran amigo, camarada y compadre), realizado y organizado por el Centro de Estudiantes que estaba dirigido por el Guei (Grupo Universitario Estudiantil Independiente), que por mucho tiempo fue una especie de lanza de acero indestructible, tirada y certera en el aire que contribuyó a abrir los caminos de la revolución. Este movimiento estudiantil revolucionario dentro y fuera de esta Alma Mater marcó una época. De ellos recuerdo a: Juan de Dios Pérez, Diógenes Quintero, Jorge Rivero, Antonio Mujica, Vicente Blanco, Adder Angulo (+), Carlos Vielma, Fernando González y Jackson Montilla entre otros. En diversas actividades recuerdo la participación de Tomás Montilla Araujo, junto a otros cultores populares consecuentes y siempre solidarios como el Grupo Imagen, (con Los hermanos Alí, Freddy y Chui Silva); Fidel Raúl Delgado (excelente músico bandolista), Oswaldo Mussett (cantor y cuñado de Alí Primera), Juan Ramón Guzmán (Poeta), Roger Trujillo (coplero), Ramón Echenique (poeta y declamador) y este servidor (Ulises Pérez como cantor). Con la pérdida de Tomás, Alberto Pérez Larrarte (2006) expresó lo siguiente: “Con la desaparición física del Maestro Tomás Montilla, Barinas, Portuguesa, Venezuela y el mundo pierden uno de sus más connotados baluartes de la música y el folclor nacional”.
Tomás fue un gran defensor de la cultura y la identidad nacional, nuestro-americana y de los pueblos del mundo, teniendo una clara conciencia y respeto por la diversidad cultural. En una oportunidad me comentó a propósito de la intervención imperialista de Estados Unidos en el medio oriente que, lo primero que destruye un imperio cuando pretende dominar a un pueblo es su cultura, para quebrar su espiritualidad, sus valores y su esencia. Y me dijo que no es por casualidad, que lo primero que destruyeron en Irak fueron los centros y patrimonios culturales más antiguos e importantes de la humanidad como la Biblioteca de Bagdad y los museos que fueron saqueados, robados y bombardeados donde reposaban verdaderas joyas culturales e históricas, materiales, espirituales, literarias, antropológicas y arqueológicas.
Por otro lado, fue un férreo defensor del socialismo y de los procesos revolucionarios del mundo, lo cual demostraba con su pensamiento, palabras y acciones, donde la punta de lanza era su voz y su Cuatro Cantor. Por estos largos caminos de la revolución lo conocimos y le acompañamos. Con él y nuestro pueblo compartimos nuestra guitarra y nuestro canto comprometido con la vida, lleno de patria y de amor a la humanidad. Después de la siembra de nuestro querido Juglar Tomás Montilla Araujo, quise escribir una canción que se le pareciera y despertaron las musas: “Se marchó Tomás Montilla, el del Cuatro cantador / palabra alegre y sencilla, cara a cara tras del sol / se fue con su Cuatro errante y con su canto de amor / camarada, comandante y defensor del folclor /. Se marchó Tomás Montilla, el del Cuatro trovador / En nuestra alma deja astilla y ausencia en la roja flor / se fue con su barba blanca, la que brilló con el sol / y con su sonrisa larga, sin sus hijos, sin su amor. / Se marchó Tomás Montilla, el del Cuatro cantador / se fue cual niño travieso, ocurrente, juguetón / y a la patria le dio un beso, haciendo revolución. / Se fue el trovador andante, se fue sin decirme adiós / con su serenata amante por los caminos de Dios, buscando un mundo distinto, soñando un mundo mejor. /Su techo es boina roja y su cielo es boina azul, / sus notas son tremulantes como inquieto colibrí / que siempre andarán por tierras de Bolívar y Martí”. En tu cumpleaños número 69, Hasta la victoria siempre, Tomás.
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