1 de marzo de 2010

MI PAÍS TERREMOTEADO…

La verdad, es que todo esto ha sido impresionantemente…horroroso y más allá del cataclismo, lo que se está dejando ver con tanta o más fuerza que terremoto y tsunamis, es la miseria humana.

La realidad de un país autorreferente, que se cree en la cúspide del éxito y que todo lo que hace y tiene, es pura apariencia: carreteras, edificios, servicios públicos y privados, infraestructura material y humana, que no eran tan sólidos y primermundistas como parecían. Un país al que se le ha adoctrinado en los valores del Mercado y la competencia, en abaratar costos de producción sin límites éticos, para acumular más y más dinero e influencia, arriesgando la seguridad de la población. Un país, en el que se confunde a los demás seres humanos, con peldaños, en el que la única manera de surgir en la vida, es pisotear al del lado, en consecuencia... un país que no puede en la tragedia, mostrar más que la falta de solidaridad, de reconstrucción colectiva. El país del “ráscate con tus propias uñas” y del “el que pestañea…pierde”.

Es así como se ha desatado una atmósfera posapocalíptica: con pillaje (el de la sobrevivencia y el pillaje de los inescrupulosos), con un Estado y sus administradores, (los actuales y los que vienen…) que sigue haciendo "estudios" para ver cómo afrontar la situación, moviéndose como elefante enfermo, mientras a muchos se les apaga la vida entre los escombros o en la indefensión y lo único que "hacen bien" es desplegar milicos para defender los supermercados, los intereses de los ricos, de la arremetida del “amenazante pobrerío” y la "esplendorosa… clase media…" que ha comenzado antes de sentir hambre…el saqueo, que incluye, refrigeradores, zapatillas, televisores, bebidas alcohólicas y “souvenires para la posteridad…”. El subdesarrollo es fundamentalmente cultural.

Un país que en medio del espanto, ve como comienzan a subir los precios de todo, aprovechándose muchos de lucrar con la tragedia en fin... es una sociedad enferma a la que se le corrió la alfombra con un terremoto y dejó ver toda la miseria escondida, la material y la peor: la humana.

Un país que se asombraba desde la distancia y con un aire de superioridad, de lo que pasaba en Haití y que hoy frente al espanto, ha demostrado su precaria dignidad, en fin…

…Y yo aquí escribiendo y viendo la tragedia por la tele… sin hacer más que esto…sin ser muy distinto del promedio, a punto de preparar el desayuno de los niños, que tendrán ahora una semana más de vacaciones… gracias a la naturaleza. Cuando suena el teléfono y los amigos del resto del mundo me preguntan cómo estamos, mientras un bombero voluntario, rescata un cuerpo de entre los escombros en el Canal 13.

Francisco Villa*

PD: Todo esto me recuerda la novela "Ensayo sobre la ceguera de José Saramago".

*Cantor, trovador chileno.

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