A continuación presentamos la carta enviada por Soledad Bravo, cantante venezolana, ayer militante de la izquierda revolucionaria, defensora de la Revoluciones en América LAtina hoy acompañante de los sectores fascistas más atrazados de la sociedad venezolana atacantes de todas las formas a la heroica y popular Revolución Bolivariana.
"Querida Dilma:
Llega Usted en el momento adecuado para elevar la autoestima de las sufridas mujeres de Brasil y América Latina y cuando la presencia femenina en nuestro continente se hace principal protagonista de cambios fundamentales. Por primera vez tras dos siglos de historia la mujer latinoamericana demuestra su capacidad de liderazgo, sacude las conciencias de una región azotada por el abuso y el castigo familiar de un machismo ancestral y cuando a pesar del esfuerzo de ilustres mujeres, como Michelle Bachelet, todavía pesa sobre algunos de nuestros países la sombra aviesa de cacicazgos, caudillismos y militarismos autocráticos intolerables.
Hemos amado su país. Hace cuarenta años, cuando América Latina tenía una imagen todavía folklórica y pintoresca de esa inmensa potencia que es su venerado país, tuve la inmensa fortuna de conocer su historia, su literatura, su poesía, su música. Canté en los años sesenta, siendo todavía una muchachita a Vinicius de Moraes, a Dorival Caymmi, a Thiago di Mello, a Geraldo Vandré. Luego tuve la inmensa fortuna de compartir escenario en Lisboa con Chico Buarque, con el MPB 4, con Simone. En Venezuela hemos recorrido el país con Gilberto Gil y hemos actuado en nuestros principales escenarios con Chico Buarque, con Maria Bethania, con Gal Costa, con Milton Nascimento. He tenido el privilegio de compartir la escena en Buenos Aires con esa maravillosa cantante que es Nana Caymmi. Y he tenido la inmensa fortuna de compartir en su casa de Rio de Janeiro momentos inolvidables con Tom Jobim y su familia. Puedo exhibir con orgullo mi gran amistad con ese extraordinario ciudadano de su amado país, culto e inteligente y gran embajador del Brasil dondequiera se presente, Caetano Veloso. Son mis grandes amigos brasileños.
Todas éstas son razones suficientes para decirle que siento la alegría de verla presidir el Brasil con la plena conciencia de su grandeza. Y de poder solicitarle, por lo mismo, que haga cuanto esté a su alcance por impedir que en mi país, Venezuela, que lleva al suyo en su corazón, se entronice un régimen totalitario, se atropellen los derechos humanos, se violen los más sagrados principios constitucionales, se desconozca la voluntad popular, se gobierne de manera autocrática y despótica, se persiga y encarcele a los opositores y se amenace a la mujer, a los niños, a la familia con leyes ajenas a nuestra idiosincrasia. Medidas todas que se creían eliminadas del suelo de nuestra Patria desde hace más de cincuenta años y hoy vuelven por sus fueros, hundiéndonos en la ignominia y la regresión.
Por todo lo anterior, le ruego respetuosamente contribuya con su talento, su empeño y su dedicación a fortalecer la democracia en nuestra región y a permitir la democratización de aquellos países que desconocen los más sagrados principios de los derechos de la mujer, de la familia y, en general, de los derechos humanos. Tiene Usted en su poder la gran posibilidad de volver a situar su país a la vanguardia de las democracias latinoamericanas, no sólo por el gran progreso social y económico que experimenta desde hace más de una década y ha situado al Brasil en el concierto de las grandes naciones, sino de apostar todo su prestigio a la salvaguarda de las instituciones democráticas y la defensa de los derechos humanos, sin complicidades ni medias tintas.
Reciba, a través mío, el cálido saludo de la mujer democrática venezolana y cuente con nuestro máximo respaldo.
Suya, de corazón,
Soledad Bravo
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