21 de febrero de 2011

SANDINO


Sandino, es el sujeto histórico que revuelve la historia y su realidad sin ser invitado a tomar parte de ella, es el obrero, el campesino, el proletario que viene de los márgenes de la sociedad para incrustarse en el centro mismo de la conciencia social… Es el sujeto inevitable, cuya determinación y sentido libertario cambió para siempre el panorama sociopolítico del pueblo nicaragüense. Y no solo continuó la larga tradición de luchas antiimperialista, anticolonialista y por la soberanía nacional ocurrida en Latinoamérica, sino que hace propia y nos entrega el ideal fundamental de la revolución mexicana –la primera con vocación social del continente-, la emancipación de las clases empobrecidas. Con la lucha de Sandino se olvidan los miedos, se despiertan los sueños patrióticos de los excluidos, se empuñan las banderas de los ideales libertarios. Con el nace la figura del sujeto moral -desconocido entonces en las esferas de poder- que renuncia a someterse a los designios imperiales y oligárquicos, el sujeto moral que lo da todo a cambio de nada… No sé si el soñó siquiera que aquella lucha que emprendía con solo 29 hombres, resultaría en una victoria; no sé si vio la victoria en aquel puñado de hombres que se mantuvieron firmes a su lado y que años después se habían convertido en un pueblo en armas. Si se que a esa su determinación, debemos nuestra identidad, nuestra ideología, esta que hoy nos define como herederos de sus luchas.

Ganada la guerra y convertido en el sujeto más importante de nuestra historia reciente, el general revela su proyecto político, y no es otro que la necesidad de depositar en manos de obreros y campesino –los excluidos y productores de la riqueza- los medios productivos, y con ello, su voluntad de que estos ocupen los espacios sociales que se les han negado desde una necesaria transformación de las relaciones sociales inter-clases de la época… De hecho, la cooperativa de Wiwili, supone la aplicación de un nuevo modelo de organización laboral, encaminado a la emancipación real de la clase trabajadora… En esa “comuna” puso en marcha un modelo que bebía de las teorías anarco-sindicales -en el que militó en su etapa de inmigrante mexicano, antes de la guerra- y de las comunistas traídas por Farabundo Martí, un modelo que hacía peligrar al régimen establecido; y que se revela como el motivo fundamental de su asesinato.

La administración estadounidense, así como la oligarquía local asumieron que dando muerte al general, a su estado mayor, excluyéndolo de la historia o tergiversándola, sometiendo a los sandinistas a una persecución, represión y desaparición sistemática, sería suficientes para desaparecer cualquier vestigio de rebeldía, que la derrota había sido total… Gran error, pues el germen de la rebeldía ya estaba sembrado en la conciencia colectiva, y allí lo encontraron los guerrilleros que décadas después hicieron suyos los ideales de aquel obrero de Niquinohomo…

El general volvió a nosotros de la mano del Comandante Carlos Fonseca Amador –su legítimo heredero; sus destinos quedaron unidos para siempre-, volvió convertido en mito, imposible de matar, imposible de detener, imposible de olvidar, encarnando toda la dimensión que un revolucionario, que un sandinista debe de tener. Convertido –ambos- en el paradigma de las nuevas generaciones de sandinista que transitamos por los mismos caminos que en otro tiempo hiso suyos “El general de hombre libres”

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