4 de mayo de 2011

Carta Pública Para Separarme de Ella.




Aún no sabemos amar. Lo que hacemos es vivir juntos.

Desde este instante quiero hacer público e irrevocable mi ruptura sentimental con alguien con quien por raras circunstancias y por acuerdo simulamos amarnos como una manera de vengarse de lo perdido, y de los que enamorados ahora, nos excluyen de sus vidas.

Quizás quisimos dar a entender que nos hacían falta o que andábamos empobrecidos de afecto o que necesitábamos entrar al altar de los benditos privilegiados y ambulantes evidentes de las pasarelas del beso.

No identifico porque el asunto no es de nombres ni de personas sino de una cultura codificada que por dosis va delineando una secreta y peligrosa visión de vida.

Además asumo dar una explicación, sin ser esto algo que me esté perturbando, a seres inocentes que no hay porque molestarles su bella ingenuidad, y a otros que creen sin preocupación en la mentira de los medios de difusión de la cultura dominante, y de ellos mismos, más que en la verdad y menos en la capacidad de dudar. Me propongo también aquí y de una vez por todas, soltar amarras de atavíos y emociones que me han atormentado y que en otro tiempo cuando me coloqué a mansalva de la esperanza, me torturaron con “amor”. Seres queridos que terminaron siendo más viles que los mismos enemigos y de cuyos retazos todavía espantan estertores en las frías regiones nocturnas de la desolación. Ignoran o obvian con alevosía que todo aquel que fracasa tiene el derecho de operarse del dolor, de montarse en la rueda del continuar, incluso de volver a equivocarse si es su engaño, y a lo mejor por lo menos echar a andar y seguir como si fuera una costumbre.

Ahora que sabemos con certeza, que en el Sistema Capitalista fracasar en el amor, es normal, pues para eso y otras incongruencias está diseñado el Sistema. No sólo cautivarnos sino prepararnos la caída desde la escalera, es también su mecánico y perfecto método de mover los cariados engranajes de la endiosada economía.

Eso me lleva a pensar que casarse por Facebook como por la iglesia y tribunales no deja de ser la misma jurisdicción, porque no hay nada diferente en la publicidad y en la actitud de casarse, con la práctica de vida de quien lo hace. En estos medios de involucrarse sentimentalmente, se devela la trampa social de un sistema impávido, cuyo fin apunta indudablemente hacia la utilización de los sentimientos para fines económicos.

El hecho de hacerlo público es una definición que me compromete irresolublemente a partir definitivamente. Y soy del saber que quien vuelve es porque no se supo ir. Y aquello que se hace a escondidas después de una separación es por dejar una opción religiosa de salvarse del que dirán del llanto y de la posibilidad de que nos recojan nuevamente del pavimento.

Incluyamos también aquí, por inconsistencias con la creencia, que en este Sistema de alienación pudiese vivirse una relación de parejas avanzada, increíble, novedosa; pero desde que aparece lo que nos han dicho llamar amor, el resto del tiempo lo invertimos en intentar cuidarlo, dando inesperadas concesiones que despersonalizan o nos atrapan en empeñar la vida en deudas, para que no se pierda o no nos sea arrebatado. Unos con objetos, con regalos, otros con trabajo explotador y otros con filiales, chantajes, manipulaciones, dramas y afines, en vez de continuar viviéndolo con la pasión con que se inició, la cual fue lo que lo llevó a venderse o a comprarse como la panacea de todos los siglos. Pudiéramos decir que es hacerse de las mismas armas que nos colocaron allí para engolosinarnos con nuestra propia destrucción, que luego llamaríamos la familia como depósito de objetos y gente y el tiempo como el grafiti de la rutina.

Debido también a razones políticas y principios éticos coincidentes con una manera de vivir, quiero hacer notar especialmente que la relación alienada de parejas no es más que la distribución y consumo efectivo de los últimos productos domésticos puestos en las vitrinas de moda. Que la relación publicitada por todos los medios para la definición de lo amoroso, no es más que el atentado documentado e inconsciente contra la última reserva de soledad con que se tejen las ideas. El amor capitalista y la libertad no van juntos. En tanto que el amor ha sido la bala azul más hermosa con que el sueño americano ha bloqueado sigilosamente la emancipación, y sometido con miedo e ignorancia lo que primero fue la libertad. No hablo aquí de gente sino de esquemas heredados como la flecha de Cupido, que vendida en las baratijas del mercado de los fra-casados, sigue atravesando la derrota como una plancha caliente abandonada en los interiores del desamor, como un regalo inconsistente en el día de los enamorados del consumismo.

Es débil lo que parte. Nadie es perfecto hasta que se separa y vuelve a vivir. Nada se pierde para siempre, otro lo busca y lo encuentra, lo persigue o lo consigue.

Por mi parte, no quiero seguir siendo eslabón en la cadena de los desesperados, necesito cortar aquí por lo sano, antes que también me consuma el sufrimiento de la empresa que más estafa con publicidad engañosa, en el planeta de Dios como dinero. No soportaría volverme a ver como un recuerdo en las vitrinas de los centros comerciales. Ni estoy para juegos en esta hora de las guerras imperiales, de las conspiraciones intestinas y negociaciones ingenuas con estados enemigos, ni tapar con pañuelos mi respiración ni con silencio la vida inútil. Estoy dispuesto a enfrentar con convicción y hasta con cinismo si es necesario, lo que como un rio embasurado pretende llevarnos al asbsurdo de estrellarse con la estúpidas metas del espejismo que alguna vez fue el mar sin agua radioactiva. Obviamos que mientras se entrega todo el esfuerzo de vida por lograr subir a la cúspide de la escalera, lo que amamos sin saber qué es, dignamente sigue su curso sin nosotros, va pasando por los lados no visibles de los caminos clandestinos.

Reconozco inclusive, que quien se va es porque en el fondo nunca llegó a estar, excepto por razones que no vienen al caso. Y por análisis del laboratorio social lo que se pierde suponemos que ya viene herido brutalmente por una foscultura donde el hedor del dolor es más rentable para el sistema que la alegría de sus nacidos. A sabiendas que la foscultura del sometimiento entra directo al corazón, y la educación al cerebro de los descerebrados como si fuera un recipiente abandonado a su miseria en los baños deprimentes de restaurantes ubicados a la orilla de las carreteras.

Ningún camino está al final. Todo lo perdido adjunta como accesorio, como repuesto, la opción del recomienzo, la virtud heroica de sustituirse lentamente con intensidad hasta alcanzar volver a vivir distinto para lo bello y lo justo. Si quisiéramos hablar de lo impresionante e infinito sería de escalar lo horizontal, puesto que el camino es lo que se anda no al que se llega.

El amor ha sido un paquete turístico, viajamos desde el paraíso al infierno. Yo aspiraba amor a lo colectivo y amores simples y serenos. Los amores complejos que buscaran a los sabios o a los ricos.

No extrañamos lo llamado amor sino su ausencia, sobre todo los sábados y domingos cuando no hay algún programa importante en la televisión, que no existe.

Tampoco debemos entretener la hipocresía, los muertos son bellos es por lástima.

Me protejo con olvido cuando me asfixian los adioses. Estas ganas de haberla visto inciertan como quien se agarra de la camisa con violencia para no naufragar en la página blanca del mañana

No es lo mismo dos juntos para enfrentar esta insolvencia procesal de lo posible que uno solo buscando compañía anónima. No es lo mismo venir desde la frontera del olvido, desde la nausea, desde el tóxico destino de los desamparados a verte, que un amor a primera vista en un centro comercial.

La familia, los hijos, la casa, el trabajo, el perro son muy importantes para el sistema que te reproduce pero nunca serán más profundos y bellos que algo existente pero que todavía no logro saber qué es.

La alegría no se tiene se va haciendo. Nunca nadie podrá reir nuestra risa. Menos aún depender deslealmente de otro para que haga nuestra alegría

Nada tan triste dentro de lo hermoso como el amor que no se vivió como amor en la boca de la agonía. Lo único que creo poder hacer otra vez, es que un día de estos me voy a echar a componer y te besare de olvido para volver a sentir como era ser normal sin ti.

Afortunadamente, lo más importante de la vida es haber estado vivo. Hay demasiado planeta aún por veremos. Mas, la vida tampoco está en lo que se pierde sino en lo que vendrá.

No insinúo nada. Solo visto de fiesta la ausencia.

Lo que acuso de dulce soledad me lo trajo por la tarde el último rayo de sol. Sobre todo a esta hora en que el Sistema ha ido clavando como un festín la herida en otra herida, hasta buscar lograr acostarnos involuntarios en el desequilibrio.

Pero la soledad es la mayor expresión de compañía con la cual se intenta sustituir la perdida sombra de los solitarios. Es la única prueba de amor a sí mismo con que se mide diariamente el extraordinario coraje que sacan del más incierto caos para poder vivir, aquellos que dolorosa y despectivamente mal nombran los abandonados del amor

Ansío pronto la anónima facultad de lo imprevisto. Hasta la sombra se apiade de este cuerpo y sus consecuencias.

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Testigos:

Ella sin mi
Yo sin ella
por las calles y los amigos con quien anduvimos contrabandeándonos como si fuésemos la eternidad y no éramos más que la heredada publicidad del frustrado e imposible amor de los corintios.



Carlos Angulo
Abril.2011

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