Por: Andrés Castillo
Hagamos memoria y lancemos al viento la palabra que reivindique a los hombres y mujeres que a lo largo de sus vidas dieron, han dado y siguen dando el invalorable aporte de edificar en la conciencia y en el alma de todos nosotros, los que hoy seguimos creyendo en la Patria Buena y solidaria, en la alborada, en el amor por la vida, por los sueños, el germen del pensamiento transformador del hombre y su realidad, pensamiento que cuando llega acompañado de canto se queda para siempre a pesar de las tormentas que nos acechan.
La Nueva Canción, la Canción Necesaria, la Canción Social, comprometida, ha tenido en nuestra patria un centenar de juglares quienes sin pedir nada a cambio y en los momentos donde asumir el compromiso de cantar al futuro era una tarea admirable, arriesgada, aún así, asumieron el deber de ser antorcha, guía orientadora en las terribles oscuranas que hemos vivido como pueblo, ellos sin venderse al mercado farandulero donde se arrodillaron muchos, siguieron erguidos anunciando el tiempo que ha llegado.Desde finales de los años sesenta y en las décadas del setenta y ochenta, los cantores venezolanos asumieron el papel que los lideres de la izquierda vapuleada dejaran en el camino, cuando nadie en Venezuela apostaba por la construcción de una Patria Socialista, Bolivariana. Cuando muchos abandonaron el camino, ellos nunca arriaron las banderas, y siguieron contentos, fieramente tiernos defendiendo el sueño de hacer humana a la humanidad.Así: Gloria Martín, Lilia Vera, Ali Primera, El Grupo Ahora, Los Guaraguao, El Gordo Páez el Carota, Ñema y Tajá, Carlos Ruiz, Miguel Ordoñez,Tilo Clara, Orangel Lugo, José Montecano, La Chiche Manaure, El Grupo Tepuy, Quena, Araucara, Goyito Yepez, Yolanda Delgado, Darvin Romero, La Patria Buena, Evio di Marzo, Alejandrina Reyes, Pilar Luengo, Arte en Escena, José Laya, y muchos otros para los que pido disculpa por no mencionar en tan corto espacio, pero que andan todavía con la esperanza cierta quees de noche pero habrá mañana. Con alegría se convirtieron en la voz atenta, en el libro abierto, donde aprendimos a decir que“Latinoamericano llegó la hora y a esta gente explotadora la tenemos que acabar, guaraguo parí, guaraguo parí”...
Los actos que siguieron a la derrota de la lucha armada en Venezuela, formaban parte de un gran esfuerzo colectivo, en la tarea de edificar un proyecto de canto que le dijera al pueblo que la lucha no había terminado y que existían caminos y esperanzas para continuar andando por los ideales y los proyectos futuros. Cada canción la impulsaba el deseo inmenso de llevar un mensaje de vida, de esperanza y trasformación por el tiempo que hoy ha llegado y anda entre nosotros. La revolución bolivariana. Los cantores siempre estuvieron ahí haciendo realidad la ciencia de la conciencia de la que nos hablara el Gordo.
Canción por los presos políticos, por el ambiente, por los damnificados, por la solidaridad con los pueblos del mundo, por cualquier lucha digna, se realizaron por toda la patria, sorteando todos los obstáculos y casi siempre sin ningún apoyo oficial (menos mal) más allá de individualidades que apostaban por el amor y el compromiso con la canción, por el pueblo. Rara vez los cantores percibían algún aporte mas allá de algún bono solidario que pocas veces llegaba o llegaba fallo o a destiempo de las necesidades que eran muchas, de las carencias, adversidades, vejaciones y pases de factura de los gobernantes de turno.
Cuantos de nosotros nos formamos con el Canto de Ali, de Guaraguao, de Gloria, de Ahora, de Montecano, de Lilia Vera y de tantos otros hombres y mujeres que hoy siguen erguidos en la misma acera, en la misma trinchera, con los mismos sueños solidarios por la vida, con la misma terca ternura, amorosa, el amor es tenaz y vuelve a salir como el sol, como lo canta el hermano León Gieco.Cuando en nuestra patria una cultura adormecedora pretendían silenciar las voces que surgían de la cotidianidad, cuando una educación conformista nos negaba la oportunidad de conocer nuestra historia, nuestra realidad, tan sólo el canto de estos hombres y mujeres asumieron la responsabilidad de formar paralelamente al pueblo, diciéndonos que existía una lucha armada en nuestro continente, que habían desaparecidos y torturados, que el medio ambiente merecía ser protegido, que el amor y la solidaridad es lo que da sentido a la vida de todo revolucionario, ellos nos hablaron de las corrientes del pensamiento trasformador y que el hombre nuevo tenía que parecerse al bello canto de Otilio Galindez o de Luis Marino Rivera.
Eran los pájaros cantores que gritaban en el silencio que nos cubría y que parecía ahogarnos para siempre en un mundo alienado, mezquino y consumista, que no parecían ser derrotado.Cuando la teorías neoliberales andaban a sus anchas y sin contrincantes, tan sólo la canción latinoamericana y en nuestro contexto más cercano, la de nuestros cantores nos iban diciendo que había que seguir atacando al imperio porque el “Yanque teme que tú te levantes”.
Los cantores son como nos dice Yolanda Delgado para referirse al cantor Ali Primera: la cuarta raíz del proceso bolivariano que ha impulsado el comandante Hugo Chávez.
Lo cierto es que hoy, nuevos aires pasean por el continente, algunos de estos cantores que mencionamos aquí han cambiado de paisaje sin ver reivindicadas sus luchas, (sus esfuerzos humildes y desinteresados, pero a tiempo siempre), reivindicadas no simplemente en una retribución económica valida para la subsistencia digna del hombre, para apalear los problemas cotidianos y darle a los hijos los cariños mínimos que un hombre y una mujer socialista necesitan para vivir en la patria que han amado, y así tener la tranquilidad de asistir a la lucha con su canto, sin andar mendigando un pasaje o peor aún mortificados por el bastimento que dejarle a los carajitos en la casa, y entonces, salir a la batalla. Ese es su trabajo, y hoy es más necesario que nunca.
La deuda con los cantores y con la canción venezolana sigue pendiente, la revolución debe cuidar sus cuadros, sus patrimonios, debe proteger el alma de su pueblo, el alma cantora que da la vida y anima al hombre, a la mujer revolucionaria que hoy hacen la revolución.
Nuestra revolución debe preguntarse siempre ¿dónde están hoy los pájaros cantores que dieron la batalla con la voz y la guitarra en los tiempos de la cuarta república, donde están los juglares combatientes que padecieron tristezas, desprecios y vejaciones por defender la idea que hoy erigimos como triunfo, donde están los proyectos culturales de reivindicación histórica y social: resguardo y difusión de su trabajo poético musical como memoria histórica de una época, como el perfume y el alma de una época, dónde están las reivindicaciones en lo social: seguro, educación, pensiones, salud, para cada unos de estos hombres y mujeres que tienen como trabajo el andar por la patria anunciando la alborada que debe llegar, es su digna labor, es su trabajo. Dónde están los proyectos dirigidos a dar a conocer a las nuevas generaciones el trabajo de una Gloria Martín (necesario ser humano, luz y melodía que orienta y acompaña) o de nuestra Lilia Vera, dónde están las proyectos para decirles que hay una Sobeyda o un Hugo Fernandez Oviol desconocidos y que nuestros niños deben ir a su encuentro. Dónde está la revolución para pensar que quizá hoy algún cantor se nos muere de mengua por falta de un simple aporte mínimo para la sobrevivencia, por que su canto no tiene cabida en tascas, casinos o burdeles, y no es digno, ni cónsono con el mensaje que pregonan, que se mueva al lado de caderas y reguetones.Porque el canto de los cantores es militancia, es cuaderno verde oliva que debe andar por las escuelas de la patria, acompañando cada lucha del pueblo, debe andar en las aceras, en las universidades, en las plazas, en los cuarteles, en los liceos, en las comunidades, en las cárceles, en todas las instituciones del estado como una herramienta de formación ideológica vital, pero de manera cotidiana y programada, un proyecto de apoyo a los cantores y a la canción. Entendiendo siempre que los cantores tienen hijos, madres, esposas y familia, necesidades mínimas para vivir con dignidad.
Con el amor que nos impulsa a seguir la lucha por la Patria Buena, por el socialismo bolivariano, alzamos al viento estas sencillas reflexiones que sólo pretenden llegar a nuestros hermanos camaradas que hoy ocupan algún lugar dónde poder hacer visible la tarea de reivindicación al canto y sus cantores, pensando que todos nosotros nos hemos formado entre guitarras, versos, combates y fusiles, ya son tres generaciones las que marchan guiados por la canción, por lo que decimos que a ellos les debemos mucho del sueño de patria que hoy vivimos, que estamos construyendo, ellos fueron la resistencia en los tiempos del olvido, en los tiempos de las derrotas.
Una revolución verdadera y la nuestra lo es, no debe olvidar nunca al pueblo cantor que sembró los pasos por donde transitamos hoy en mejor camino.
Me apoyo en la poesía del falconiano Hugo Fernandez Oviol, viejo camarada que cambió de paisaje cuando nos dice en su poema Del pan y la canción:
“Sucede que de una gota de agua y un rayito de sol se puede fabricar un arcoiris, y quien posee un arcoiris puede inventar a Miguel Ángel,a Van Gogh, a Goya, a Picasso y entonces se está en capacidad de hacer, deshacer y rehacer el mundo.Todo lo cual no niega, sin embargo, que la función primigenia del agua es fecundar la tierra y la tarea fundamental del sol es madurar la espiga, porque la tierra es sólo habitable en la medida que - el pan tenga la dimensión del hambre- y la cobija la exacta dimensión del frío.De allí que no me explico el absurdo que haya artista que se crean superiores al panadero, y sobretodo que este los tolere por ignorar que hacer la canción es un trabajo.”
Los cantores y su canto son el alma de esta revolución, vamos a su encuentro entonces, para que se ponga más bonita el rostro la patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario